viernes, 25 de marzo de 2011

Momentos de duda

Muchas veces, ya salidos del closet, uno tiene ganas de regresarse, y no sólo eso, tomar un hacha y destruirlo y no volver hacia atrás. Escuchas comentarios extraños por todas partes que hacen referencia a tu sexualidad (o eso crees), y te la pasas preguntando, día y noche si es que la gente se dará cuenta. O si pedro será, o si diana será. Recientemente un amigo de la prepa, me contactó después de unos años con la esperanza de que estuviera profundamente enruinada con hijos, y que no hubiera cumplido mis promesas estudiantiles. Y desafortunadamente para él, no fue así. Acto seguido publica a todas luces su ferviente homosexualidad que descubre un poco tardía a pesar de que todos a los 16 años en la escuela se lo gritaban y ahora parece querer matarnos a todos diciendo que quiere ver viejos amigos, que podría ser benéfico y luego pone una carita de muerte. Quiere regresarse al closet. Y suele pasar, supongo, que el querer que todos nos acepten, el querer poder besar al amor de tu vida, calentura o lo que sea cuando te plazca sin que un miembro nazi, fascista, representante de la iglesia católica, musulmana, o de la que sea, quiera implorar a su Dios para que te caiga un rayo y te desaparezca. Yo lo entiendo, lo entiendo mucho. Quiero hacer lo mismo, gritar a todo mundo que amo a quien amo, y que hay un derecho divino de demostrarlo. Que no tengo que ocultar. Y entonces me quiero regresar al closet, pero con ella, después nos metemos y regresamos todos y de repente salir y no tener que dejar de ser porque amo ser mujer. Y ella no deja de ser lo que es, porque amo lo que es, pero el mundo ya cambió y reconocen el amor, aman el amor y no unas cabezas cortadas que son dignas de ponerla en la primera página de todos los diarios como bueno. Pobre Luis, mi amigo, no se dio cuenta de que odiaba a medio mundo, por no aceptarlo tan gay como es. Pero no se dio cuenta de que las vidas de los demás no tienen remotamente la intensidad que la nuestra, ni el poder, ni el alcance, es real, no hay que compartir ganancias con niños. Con la suegra (no nos adoran mucho), con el suegro. Nos queda la cultura, la moda, los empleos bien remunerados, lo académico, los viajes, y si claro, cuando sea el tiempo, nos quedan los hijos que si deseamos.
Yo también soy gay, me hubiera gustado decirle, bueno mi esposa es gay. Yo soy una heterosexual fugada, como dice ella. Yo también sufro lo que tu sufres, pero menos. Porque no voy a una marcha gay vestida de carnaval, reforzando el colectivo imaginario de que somos raritos, escandalosos, pervertidos, desagradables y tu si. Yo también quisiera decirte que soy gay en facebook, y que la gente viera las fotos de como si soy feliz y no perversos montajes de matrimonios infelices hombre y mujer, pero entonces metería a todos los compañeros de la escuela que te decían marica a ti en la prepa, a mi cama, con mi esposa, les tendríamos que decir que no hacemos el misionero como ellos. Que lo hacemos a la manera tortilla (porque entonces ya nadie podría decir que hacemos el amor, sino que somos unas cochinas), y entonces toda la privacidad que tenemos, la magia que existe cuando la cuido como mi mayor tesoro, tendría efectos devastadores. Yo también Luis quiero tomarla de la mano y gritarle Te amo. Aunque lo hago con los ojos cada vez que la miro. Pero dejar que un presbiteriano, judío, testigo de jehová, panista, o la cosa que tiene la verdad absoluta, le desnude con su lengua purulenta. No lo permito. Por eso no encuentras en mi facebook su rostro, ni dice que busco chavas, ni que tengo una relación con una chica a la que amo, y le digo esposa. Pero si voy y no voto por el que manda a matarnos, porque hago un blog para quien quiera ayuda y necesite difusión y como enfrentarlo. Porque pongo mi grano no vistiéndome de macha para estar en contra de la sociedad. (Lo haría si me viniera bien (claro siempre a la moda, jaja). No me pongo para que me avienten piedras y mucho menos a ella. Que es mi fe, mi templo y la razón por lo que creo en lo divino. Porque no existe razón para que yo la tenga y ella a mí. Ella es mujer y yo también. No Luis no lo diré, pero no dejaré que la lucha de los derechos como humanos se quede así. Y no te condeno, tu lucha es así. Pero en las revoluciones, siempre hay caidos, y esta vez te toca a ti. No te metas al closet, no, pero tampoco los odies. Ellos son lo que son y nosotros somos los que somos. Y un día pronto seremos los mismos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

me gusta como piensas, me llamo rebeca y tristemente aun no puedo salir del closet por completo

zaonasexualidadlibre@gmail.com dijo...

Lo harás cuando sea necesario, mientras disfrutate y disfruta a quien tengas al lado. Un día seremos comunes lo se.